Los adultos somos los culpables.
Por Osvaldo González, Psicólogo.
Ser adolescentes en este país es una condena y es culpa nuestra, porque los criamos sin afectos, sin guía, sin escucha, les damos gritos, pantallas y abandono, les enseñamos a aguantar, a no sentir, a sobrevivir. Y ahora nos escandalizamos cuando revientan.
¿Qué carajos esperamos? ¿Que salgan ilesos de la mierda que le damos?. No jodamos. A los adolescentes los rompemos nosotros. Y encima tenemos la caradurez de juzgarlos.
Un adolescente asesina a un delibery, una adolescente aparece asesinada en circunstancias que apuntan a un horror aún mayor. Todo en la misma semana.
¿Qué más tiene que pasar para que entendamos que algo está podrido? Pero no, decimos: "¡qué horror!, y seguimos como si nada. Este país los destruye y les exige que no sangren, y nosotros los adultos miramos el celular, suspiramos, y seguimos haciéndonos los boludos, como si lo fuéramos responsables de esto.
Este país es una chiquero gobernado por ladrones, todo se compra, todo se acomoda, todo se tapa. Robamos, abusamos, mentimos y salimos en procesión.
Y después les pedimos a los adolescentes que tengan valores, que sean distintos, que, sean mejores que nosotros, ¿con qué cara?, si les enseñamos todos los días que la única forma ee sobrevivir acá es callar, corromperse o morir.
Nos llenamos la boca diciendo que los adolescentes no respetan nada, pero ¿cuántos de nosotros hablamos sin gritar? ¿cuántos estamos ahí, sin juzgar? Queremos que no se rompan cuando los criamos a gritos a golpes o ignorándolos.
Nosotros somos el problema, no ellos, les damos abandono y les exigimos equilibrio, les damos miedo y les pedimos confianza. Así no se cuida ni una planta, menos a una persona.
Nos creemos sabios por tener más años. Les hablamos encima minimizamos, desautorizamos. Les decimos que exageran, que no saben nada, que ya van a entender, así los alejamos.
El adultocentrismo no educa, el adultocentrismo, aplasta. Creemos que dar órdenes es suficiente, pero no estamos disponibles para escuchar. ¿Cómo van a confiar si lo único que hacemos es corregir, interrumpir y repetir que no entienden nada? No tienen redes, lo tienen contención, solo órdenes, castigos, gritos y sinencios. Crecen con miedo, con rabia, crecen con abandono.
Les pedimos que estén bien mientras los llenamos de mierda. Les exigimos que elijan bien cuando no le damos herramientas ni guía. ¿De qué valores hablamos si les mostramos todos los días que sobrevivir solos es lo normal. Nos encanta decir que fallan. Pero los que fallamos somos nosotros. Fallamos en no contenerlos, en cuidarlos.
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